—Ángel de mi guarda —dijo el niño, luego hizo una pausa. En ese momento se le había olvidado la oración que su madre le enseñó— Dulce compañía… ¿qué sigue?, pensó.
—No me desampares —se escuchó debajo de la cama.
—Ah, si. No me desampares ni de noche ni de día —esta vez la voz del niño se quebró casi al final, estaba a punto de llorar.
—No llores, es inútil ¿puedes acabar ya? —insistió la voz.
—Quédate conmigo… —continuó el niño, su llanto empezó a ser más fuerte. Se limpió las lágrimas con la sábana.
—Hasta que… —la voz le ayudó, apurándolo.
—Hasta que me entregues en los brazos de Jesús y de María —terminó el pequeño.
Se hizo un silencio, el niño fue dejando de sollozar poco a poco, hasta que por fin se calmó. Miró con cuidado en ambos lados de la cama y se asomó debajo ¿Se había ido?
—Ahora si nos vamos —se escuchó.
Una mano cadavérica sujetó al niño del brazo y lo jaló hacia la oscuridad.
6 comentarios:
Qué miedo, todo iba bien, salvo al final conla mano calaverica, pero en general me ha gustado, corto, intenso y contado desde la perspectiva que muchas personas han tenido.
hola Erath, sabes yo no soy de mucho leer pero está de miedo para mi, pero muy bien q hagas esto,esta muy bueno
Hola Erath, un poco macabro el cuento, pero me gustó y el final está fantástico.Me hizo acordar cuando era niño, cuando vivía en una casa de esas de antaño, que se construyeron en la época colonial, y dormía intranquilo, tapado hasta la cabeza.
¡Buenísimo, primo!
como siempre, me encantó.
¡Excelente, como todos tus escritos!
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