domingo, febrero 18, 2007

Cuenta regresiva.



Ernesto Colina, miró por última vez a su próximo blanco. Aquel rostro lleno de cicatrices y de mirada cruel, era Manuel Espinola, asesino a sueldo y culpable de varios ataques terroristas.
Tenía que volver al mes de Enero del año 2006, fecha que según informes de la Policía del Tiempo, Espinola había conocido a Fernando Guevara, jefe del Cártel de Medellín, con quien estrechó lazos para despues convertirse en su principal sicario.
Matarlo significaba salvar muchas vidas inocentes. El mundo todavía no se reponía del fatal ataque en Pekín, donde habían muerto más de quince mil personas. En base a estudios, su muerte no afectaría al curso de la historia.
─Esta es una foto de aquella época─dijo el Jefe Shield, al mismo tiempo que se la entregaba en la mano.
─No se parece en nada a como es ahora─suspiró ─, ¿alguna información donde pueda localizarlo?
─Trabajaba en el restaurante “Hermanos Wong” en Los Angeles, California.
Al escuchar esto Ernesto, se sorprendió. Su madre vivió en esa ciudad en ese año, después sería deportada por tercera vez a México. Shield se dio cuenta de eso y antes de que Ernesto le dijera algo, le advirtió.
─Ni se te ocurra tratar de visitarla. Sabes muy bien las reglas.
─No se preocupe, Jefe.
─¿Qué hay de Guevara?
─Desafortunadamente, no puedes tocarlo. Sólo debes evitar que conozca a Espinola.
─Entiendo. Salgo de inmediato.
Guardó la fotografía en uno de los bolsillos de su chamarra y subió a la máquina. Cerró los ojos y esperó el conteo regresivo. Cinco, cuatro, tres, dos, uno...
Apareció en un callejón a tan sólo dos cuadras de donde trabajaba Espinola. Cargó su arma. Un solo tiro sería suficiente para hecerlo desaparecer.
Esperó frente al restaurante hasta que lo vio salir apresurado del lugar. Lo siguió a una distancia prudente para evitar sospechas. Eran las siete de la noche, faltaba una hora aproximadamente para que se diera la reunión ¿A dónde va con tanta prisa?
Ernestó, descubrió cual era el motivo por el cual iba tan rápido. Estaba siguiendo a una mujer. Ella dobló en una calle, Espinola corrió detrás. Ernesto los siguió, aunque algo en su interior le dijo que lo mejor era no intervenir, esperaría a que saliera de ahí para matarlo.
La mujer empezó a gritar pidiendo auxilio. Varias personas se detuvieron, pero siguieron su camino como si no hubieran visto nada. Ernesto no pudo evitarlo, caminó hacia donde provenían los chillidos de la mujer. Espinola la estaba violando. Se acercó hasta donde lo pudiera matar sin hacerle daño a la muchacha. Gritó.
─¡Espinola, te vas a morir perro desgraciado!
Disparó. Todo lo que sucedió después le pareció que ocurría en cámara lenta, en una fatídica cuenta regresiva. Mientras la bala surcaba el aire, pudo ver primero la cara de terror del violador al sentir próxima a la muerte, enseguida el rostro de su madre bañado en lágrimas. Al último, su cuerpo desvaneciéndose en el aire.

1 comentario:

hector_writer dijo...

oooo hace un buen que lei este cuento y me encanto... muy chido tio felicidades